¿Niño yo?
Si, niño tú y niños todos.
Seguramente has escuchado, te han dicho o tú mismo has dicho… pareces un niño/a. Y es que aún lo somos, todos, por dentro. Cuando fuimos niños nos enseñaron a controlar nuestras emociones (nunca era buen momento para llorar, ni para gritar, ni para enfadarse, eso sí, nos querían ver siempre alegres, pero tampoco demasiado porque entonces que ruidosos podíamos ser).
Y ahora que somos adultos parece que tampoco podemos expresarlas. La ira nos domina en esta etapa de nuestra vida, el miedo nos lo tragamos, la alegría cuando la sentimos la controlamos y el asco nos lo guardamos. Y entonces cuando podemos de verdad expresarlas. Somos seres emocionales que razonamos y parecemos seres que razonamos y ¿las emociones?, bien gracias, me las guardo para el melodrama, cuando ya no puedo mas y salen por los poros incontroladas y que se salve quien pueda y pobre del que esté delante mío, sobre todo si me da por llorar o por gritar.
La psicología humanista de Eric Berne nos habla del análisis transaccional, los 3 estados del yo. Estos tres estados están en todas las personas. El PAN (Padre, Adulto y Niño)
El Padre es ese juez que tenemos en la cabeza que nos habla de manera estricta, reglas, opiniones y prejuicios. El adulto es esa persona ecuánime dentro de nosotros que es capaz de decidir, de explorar y de crear sus propias experiencias. El niño es cuando actuamos bajo sentimientos, emociones, actitudes que muchas veces son reliquias de nuestra infancia. Todos los niños son diferentes, así como todos los adultos y todos los padres, el tema es como aprendemos a gestionar esos estados del Yo dentro de nosotros.
En mi experiencia, he aprendido que las emociones son asunto de nuestro parte niño, se sienten allí, en la tripa, se apoderan de nosotros y cual niños las expresamos a veces sin freno, sin criterio y sin ningún tipo de gestión, o simplemente las tragamos sin darles la importancia debida.
Con cual de estas expresiones te identificas más:
- Si yo estoy mal, tu estas bien
- Si yo estoy mal, tu estas mal
- Si yo estoy bien, tu estas mal
- Si yo estoy bien, tu estas bien
Parece que es egoísta estar bien, cuando en realidad es el principio de poder estar bien con los demás. Dejarnos para después y como última prioridad en la vida, es el camino hacia el desamparo y soledad de nuestra niña interior.
En los talleres de Mi niño interior, aprendemos a ser observadores de nosotros mismas, desde la persona adulta que somos. Así, somos capaces de tomar conciencia de cuando sentimos una emoción, ponemos atención a ella como una amiga que nos visita y nos quiere dar un mensaje, entonces le damos la importancia que tiene y la expresamos sin dramas y sin hacernos daño a nosotras ni a los otros.
Cuando hemos conseguido trazar un canal de comunicación abierto con nuestro niño/a interior, es posible que, desde el presente, nos movamos hacia un camino mas compasivo y bondadoso con nosotros mismos, comunicando de manera más asertiva lo que sentimos, tomando total responsabilidad de nuestras emociones, para así cuidarnos. Solo si nosotros estamos bien, nuestro entorno estará bien.